Hoy escribo a vuela pluma, me dejo llevar por las letras, las palabras me dan refugio, me cuidan el alma, me sanan el corazón.
Hace meses que no tocaba un lápiz, el miedo a no recordar cómo tratar con él me paralizaba. Cada vez que desde la editorial me pedían avances, mi pequeña novela parecía estar más cerca de morir antes de nacer.
Mi pobre María, yo hubiera querido que fuese como un ave fénix, que resurgiera de sus propias cenizas. Pero sólo estaba creando mi propia imagen, una desgraciada muchacha que no era capaz de ganar la batalla a la tristeza.
Hace tiempo que no me sentía con fuerzas para salir de la cama, pasaba las mañanas entre las sábanas, dormitando, sintiendo lástima por mi. Alguien que podía haber sido enorme en el mundo de la literatura y que cada vez se hacía más pequeña, sólo por no ser capaz de enfrentarse a sus fantasmas.
Desde hoy he hecho una tregua con mi alma, el lápiz ya no me quema y escribiré a María hasta que llegue a su FIN. En la editorial están de enhorabuena conmigo, su autora más joven vuelve a la vida, o eso creen ellos. La familia y los amigos celebran este cambio, pero sólo yo se cual es el trato conmigo misma.
El dolor es demasiado profundo, la tristeza se ha adueñado de mi alma y sólo una de nosotras saldrá victoriosa de esta batalla. La decisión esta tomada, la última palabra escrita y por fin va a terminar esta tortura.
Abro el balcón de mi ático y respiro el aire fresco de la noche. Sin pensarlo un instante, salto, salto al vacío y caigo arropada por el manto estrellado. Mi decisión esta tomada, mi legado vive, vuela y siempre será eterno. Yo, sólo seré un alma atormentada más para la historia, cuyas letras le dieron el valor de acabar con su propia vida.
M.
minlatos 